sábado, 8 de diciembre de 2012

Vinagre y sal.

¿Cómo puede seguir abierta una herida después de tanto tiempo?
Todavía no he encontrado la bala que atravesó mi razón de ser y escuece, sigue ardiendo.
He aprendido a esquivar las incoherentes balas de la actualidad, pero de nada sirve si sigo desangrándome.
Necesito quemar todo lo que tenga que ver con memoria y sensitivo. Necesito no sentir, no tener instintos, no desear, desaparecer emocionalmente.
Estoy bloqueada, atrapada entre un millón de imágenes que duelen, completamente rodeada de por qués. Pero ahora muchas cosas cobran sentido.
Siento el efímero tacto de lo que fue gran parte de mi felicidad y que ahora tan solo ha dejado huella.
Te has perdido como un olor, cruzando la oscuridad, así la estrella rota, desapareciste apagadamente...
Maldita memoria; ...pero en los ojos tu recuerdo brilla y un sabor de tu sed queda en los labios.
Pero no, el tormento persiste. Ahora todo encaja.
La ansiedad acumulada era liberada también en pesadillas: alargaba la mano y te tocaba, rozaba tu frontera. Pero no, míos sólo el aire y mi perdón.
Lejana luz que no puede apresarse... sólo dueña de ti por dentro, aunque tu lo supieras, yo quedaba fuera.
Al fin y al cabo siempre he sido prisionera de la celda exterior.
La libertad hubiera sido herir tu pensamiento, trasponer el umbral de tu mirada, ser tú, ser tú de otra manera. Abrirte como una flor, la infancia, y aspirar su esencia y deborarla.
No supe cuál era mi parte además de ser eterna, apartada y sonriente, remitiéndote pactos inservibles, alianzas de cera. Todo estuvo de nuestra parte, pero el final fueron dos sombras reflejadas en la carretera a la luz de la oscuridad, diciéndose adiós entre lágrimas, tragando orgullo, disparándose entre sí.
Imagen indestructible. Persiste, tiembla, anhela, desea destruirse.
La soledad no sabe responder a mi pregunta.
Y es que la tristeza sedosa nos envuelve como una niebla: ese es el lazo único; ésa la patria en la que nos encontramos.
Desvalida, borrada, a punto de no ser... Amor, inexistencia de tanto ser, desvivirse por vivir.
Fuiste un puñal agudo de obsidiana, entraste a saco al pecho del amante.
Todo fue como un grito a media noche; dolor no presagiado, el ansia de los estrangulados sin motivo. Hendiste, como un clavo, el corazón, abril...
Frío noviembre y desolador diciembre. Tuve que mal coser mi herida y mendigar gramos de dignidad, construir una coraza que me protegiera hasta el deseado verano, o más.
Silencio.
Me estoy jugando la nuca, el cielo, pero necesito vomitar olvido y recuerdo, necesito deshacerme de la rabia interior para que en mi vuelvan a renacer sedosas y ligeras alas, relucientes. Aunque sean inservibles, que consideren útil el intento de volar.

[...]

El corazón con frecuencia se confunde pero el grito y el dolor se pierden, desvanecen, y nada más nos queda este presente eterno de renovarse entre unos brazos. Consuela, pero no cura.

"De madrugada, junto al frío, contemplo mis inusadas manos: pienso orgullosa que todo allí termina aunque por mis sienes las lágrimas resbalan... Y, sin embargo, quizás el amor sea sólo esto: olvidarme del llanto, dar de beber con gozo a la boca que me da, gozosa, su agua; resignarme a la paz inocente de pantera; dormirme junto a un cuerpo que se duerme.
Quizás sea mejor callar y ocupar el labio con el beso para no pronunciar palabras vanas mientras se busca mi corazón en otro pecho, jadeante y pobre como el mío, ya al filo de la aurora".
Vinagre y sal para todas las noches de frío y soledad.


LC.

jueves, 19 de enero de 2012

Disputa entre la razón y el corazón.

- Y mírate, con la boca sucia de chocolate. Deborando culpabilidad y dolor a rabiar. Ni siquiera puedes expresar lo que sientes y te quedas ahí, inmóvil, sin reaccionar.
Otorgando como la que más y ensuciando de lágrimas la almohada.
Parece que te guste sufrir y no, no lo entiendo, nadie lo entiende. Unos días arriba y otros abajo.
Brotes psicóticos... ¿a cuento de qué? Tenías una vida y media. Te regalaron una vida entera y no todo el mundo tiene ese privilegio, con sus más y sus menos, ¿por qué te empeñas en matarlas?
Es bastante irónico que aconsejes a todo el mundo cuando tu ni siquiera te los aplicas. ¿Qué ganamos los demás leyendo tus absurdos escritos de fuerza, de vida, de valentía, si tú ni siquiera lo has intentado?
No tendrás la mejor vida del mundo, pero tampoco haces nada para cambiarla y, ¿a qué esperas?
Me gusta ver cómo te secas las lágrimas, corazón de tinta, me gusta creer que te levantas y que vas a hacerlo. No se trata de luchar la vida, se trata de vivirla, puedes hacerlo a tu manera.
¿Quieres un cigarro?
-No, quiero que el mundo me deje en paz y deje de herirme.
-Eso es, no necesitas ayuda. Cómo era...Tú sola contra el mundo...
Antes derrochabas amor y alegría por cada poro de tu piel, ahora solo violencia.
¿Dónde está la pequeña que conocí? Has desaparecido... Es como si dentro de ti misma hubieras muerto.
Vamos flor marchita, sé que necesitas que te quiera, aunque no merezcas ni un ápice de amor ahora mismo.
Abrázame.
-Vete por favor, no hace falta que me recuerdes más lo horrible que soy.
-No eres horrible, si no te conociera quizás no sabría como eres realmente. Pero aquí estoy, para quitarte esa máscara que te hace fea, para romper esa enorme coraza y entrar en tu grandioso corazón del que nos has echado a todos. Las verdades duelen. Y todo menos la muerte, tiene solución. Estás a tiempo.
Aunque no lo creas, tienes a gente que te valora y te ayudará a levantarte, siempre. No nos infravalores.
Aún te queda mucho por aprender. A todos.
-Gracias, pero no me apetece escuchar lecciones de vida de nadie. Aprecio mucho lo que intentas pero ahora solo tengo ganas de envolverme en la música de Yann Tiersen y dejarme llevar. Quiero evadirme del mundo, a veces, me gusta esa soledad que me persigue, a veces, necesito prescindir de mis seres queridos para como tu dices, volver a ser yo, almenos unos instantes. Necesito sentir que el cuerpo me flota, que vuelo entre nota y nota, que me siento feliz, que no hay preocupaciones. Eso y liberar mi mente, de ti, y  de paso coser un par de heriditas del corazón, coserme. Tengo que aprender a valorar lo que tengo, pero déjame unos instantes. Necesito pensar en...en...NADA.
-Bueno, quizás necesites ese espacio para dar rienda suelta a tu imaginación. Solo quiero ver renacer tu corazón, tu sonrisa... Quiero que me hagas renacer. Quiero verte relucir, flor.
-Dame un cigarro, mañana unos chupitos de más, y mucha despreocupación. Luego, ya veremos...
-...Te quiero.

El sarcasmo de cuándo te das la espalda.

sábado, 14 de enero de 2012

Standby

Yo tan solo pretendía volar, y se me cayó el cielo encima...

Pero cambiemos de tema y sonríe y nos bailamos un vals o, mejor, nos vamos a un concierto de punk y cantautores hippies, que me gustaba que fueras callado y me hablasen tus manos, tus ojos y tu lengua. Verte el Retiro reflejado en tus ojos esmeralda y el sabor de la cerveza reciente en tus labios, que mira que se te ponía cara de malo. Al día siguiente, sería de perro apaleado y dirías "es la última vez, ya si que sí", y, unos días después, volveríamos a caer; y a reír de malas y a llorar de sentir tal cual jurábamos que nunca llegaríamos a vivir. ¿Recuerdas cómo nos perdíamos en Madrid y sus grandes avenidas, en Venecia y sus callejuelas, y en la playa, a medio día? En cada rincón del mundo haciendo el amor. Dejando huella y marcando territorio.
A menudo me pregunto, cómo seríamos de no ser nosotros con nuestras movidas, si sencillamente, nos depuráramos memoria y arterias, dándonos un lavado con la brisa. ¿Hubiera sido más fácil la batalla de fingirnos felices?
Prefiero no pensar, por tu falta, y me paro a reproducir todos los recuerdos que me he obligado a olvidar momentáneamente hasta que la distancia decida unirnos, y que, al quererlos recordar, me duele la cabeza...aunque no estoy segura de que sea solo eso lo que me duela.
¿Sabes? Me consuela pensar que las estrellas sí se pueden contar, cómo hacíamos nosotros, tumbados en el frío pueblo de Castilla.

Joder, estoy perdiendo facultades.

No me mires y trates de ver a alguien con talento, alguien que derrocha amor, alguien que tiene claro lo que sea, no soy ese alguien. No soy así. No te acostumbres a mí, que poco a poco me voy consumiendo.
¿Y qué le voy a hacer, si sólo sé subir los escalones de tres en tres?
Yo soy de las que a falta de pan, da la primera hostia y me cuelgo de un sueño, me fumo el mundo entero y me como el tiempo que hace que no nos vemos.
Perdónenme ustedes, mis lectores, si sólo se sigue a cojones y con el tesón de tener, tengo siempre encabritado el corazón...

Supongo que esta no es una de esas historias, que al final del todo, giras hacia un lado y le dices a alguien que la respuesta siempre estuvo ahí, delante de ti.
Aunque también puede ser divertido no saberlo.